Ha pasado una semana de la elección del poder judicial, de aquel primero de junio en que la ciudadanía no respondió al llamado Plan C de la presidenta Sheinbaum; una semana de la mayor farsa electoral que se ha vivido en nuestro país, y aunque les cueste reconocer y aceptarlo, no es ni lo más cercano al hoy supuesto respaldo popular que tuvieron hace ya un año.
Sé que mucho se ha leído, visto y escuchado en los últimos días sobre ese 13 por ciento de ciudadanos que salieron a votar, anulando la boleta, manifestando su inconformidad y dejando claro que no es lo que el pueblo bueno y sabio quería; que participaron quizá solo ese 5 por ciento de manera genuina en la decisión legislativa que votaron los de la 4T sobre la renovación del Poder Judicial.
Del total de personas en el padrón electoral, fue mayor el número de mexicanos que descalificaron el proceso, al de votos reales que obtuvieron los candidatos; es decir, la elección desde la tómbola hasta hasta el “convencimiento” de los perfiles en la calle, no logró permear en los ciudadanos.
Aún no conocemos los resultados finales en el total de espacios que estaban en juego y ya deberíamos plantearnos como sociedad, junto a la impugnación sin respuesta de la oposición que propone el PRI, la posibilidad de una nueva reforma que para dentro de tres años, cambie la forma de hacer campaña, el método de selección de candidatos, la impresión del voto ciudadano y la desaparición de las trampas que cada vez son más visibles.
Aunque sabe algo, eso amigo lector, no pasará. Y no pasará por el simple y sencillo argumento que, para ellos, el régimen autoritario que se cocina, la mentada elección “fue todo un éxito”. Sí, así como lo lee, UN ÉXITO. Dígame usted en dónde, qué otro país elige a sus juzgadores por voto popular, si esto no se trata solo de delitos cibernéticos en el que quizá, solo ahí contarían los votos de los más populares. Pues sí, todo esto pasa sólo en nuestro México, mágico y musical.
A una semana, aunque en el plazo tope que dieron las propias autoridades electorales, están en tiempo de seguir el conteo, cómputo y resolución para entrega de constancias de mayoría a ganadores de la elección; sigue la zozobra de la veracidad de números, deje usted de lado la poca respuesta que tuvo; sino por la legitimidad con que van a impartir justicia aquellos que con pocos votos lograron llegar en medio de acordeones repartidos por doquier en la forma más descarada posible.
Ahora si que aplica el dicho “¿Con que valor y calidad moral lo harán?”. Olvídese de los ministros de la Suprema Corte que, a modo y en una alineación mejor que la estelar en el espacio, quedaron tal y cual lo promovieron desde Palacio.
Ojalá me equivoque, de verdad lo digo, pero lo peor está por venir y no es nada más por la sobre representación en el Legislativo; ni por el autoritarismo del Ejecutivo, sino porque ahora también en el Judicial estará el verdadero poder de pasar “por la vía legal”, todo aquello que pretendan legitimar con un contrapeso ficticio. Temas hay muchos y como sociedad tendremos que despertar.
Si nos esperamos a la oposición seguirá pasando lo que hasta ahora vivimos, porque ser contrapeso va más allá de nada más manifestar su contra desde la tribuna a la propuesta de la mayoría o acompañar únicamente lo necesario; ser oposición es demostrar que donde se gobierna se hacen bien las cosas y déjeme decirle, la verdad no siempre pasa… Y ejemplos, hay muchos.
Con esto cierro y recupero la frase del expresidente: “El pueblo pone y el pueblo quita”, si de verdad reflexionamos y magnificamos el poder que tenemos en el voto analizado, entenderemos pues que, sí se le puede poner freno a Morena en el Gobierno, durante la elección del 2027; porque quedó de manifiesto que la gente no está contenta con el dinero que entregan; con las mentiras que cuentan; con la recesión que no es inflación y con la inseguridad que no cesa. Durango y Veracruz, más este último, son claro ejemplo.
Por mucho que ellos digan que, por representación, ahora gobiernan a más gente aunque en menos municipios, es mentira que le fue bien; y eso solo se traduce a un fracaso de la 4T, a un descalabro para Rocío Nahle, para la presidenta Sheinbaum; para Andy y Luisa María Alcalde. Entiéndase pues que esa aprobación que presumen se desmorona; que el respaldo popular se les acabó y que Morena no las trae todas. Está en nuestras manos, la pregunta es: Usted, ¿De qué lado de la historia está?
Gracias por todo.
La información es poder y usted ya está bien informado. Aquí usted, amigo lector, tiene la última palabra.