Las redes sociales han transformado la manera en que nos comunicamos, informamos y relacionamos. Sin embargo, lo que comenzó como una herramienta útil para acercarnos, compartir momentos y crear comunidad, hoy amenaza con distorsionar aspectos fundamentales de nuestra vida familiar, laboral y personal.
Las redes sociales llegaron para conectarnos, pero si no ponemos límites, pueden terminar alejándonos de quienes más queremos. Hoy es común ver familias reunidas pero sin hablarse, cada quien pegado a su pantalla.
Niños y jóvenes miden su valor por “likes”, “seguidores”, mientras que los adultos se distraen en el trabajo por estar siempre en línea. Nos estamos olvidando de lo esencial: convivir, hablar, mirarnos a los ojos.
Las redes deben ser solo una herramienta, no el centro de nuestra vida, por esa razón como padres y adultos, es momento de educar con el ejemplo: más diálogo, más actividades reales, menos pantalla.
No dejemos que lo virtual nos robe lo auténtico y no olvidemos queas redes deben estar a nuestro servicio, no nosotros al servicio de ellas.