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Delicias
domingo, octubre 12, 2025

Plenos poderes II

Debes leer

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Hoy, como escribimos antes, volvemos al poema de Pablo Neruda, “El deber del poeta”, en el libro “Plenos Poderes”, de los versos 24 al 28, la intención no es en ningún sentido hacer un análisis del texto, es una lectura un poco más puntual, casi como un juego de entendimiento poético:

24.  Y yo transmitiré sin decir nada

25.  los ecos estrellados de la ola,

26.  un quebranto de espuma y arenales,

27.  un susurro de sal que se retira,

28.  el grito gris del ave de la costa.

Neruda en el verso 24 nos anticipa el juego, ¿cómo se puede transmitir sin decir nada?, si la esencia del lenguaje es decir y transmitir ideas, conceptos, referencias. Aquí la primera advertencia, no nos va a decir, entonces que nos hace querer seguir leyendo, esta curiosidad de descubrir, al menos de primera intención, si es posible hacerlo.

25. ¿qué son los ecos estrellados? la repetición del sonido en este caso de la ola, hay más, cuando las olas se estrellan en las rocas, hacen justamente eso, estrellarse, llenarse de estrellas, pequeñas gotas brillantes, astros sobre la roca, en conjunto, un pequeño firmamento, mar, rocas, estrellas.

26. Al golpear las olas la arena y mezclarse, la ola se quiebra, pierde la fuerza y ya no es ola, ni espuma, es aflicción, dolor, llanto.

Si me sigue usted desconocido lector, empiezan a aparecer nuevos elementos, la promesa de Neruda, transmitir sin decir nada (perdone usted la insistencia) ahora ya hay imágenes, sonidos, no ideas, referencias a sus recuerdos, sin importar de donde vengan, de la experiencia del mar en vivo, del cine o del video, no importa, usted y yo estamos acercándonos al mar. Tal vez piense usted, sigo sentado en el sillón o a la orilla de la cama, no hay mar, hay encierro, o tal vez oficina o negro calabozo.

27. La sal susurra, si, la sal marina que se arrastra contra la arena, cuando se retira de la orilla donde ahora estamos de pie, tal vez descalzos, tal vez de noche de luna llena, de mañana, o tarde. Mire usted desconocido lector, y escuche junto conmigo, en medio de esta lectura, está también el mar azul robusto, ¿lo escucha?

28. Y el ave gris, con su peculiar grito, se mezcla con los sonidos de las olas golpeando la orilla donde dijimos estar de pie o sentados, y su “grigri”, corona la bella escena, del poeta nacido en Parral, Chile en 1904 y fallecido en Santiago en 1923, cumple en nosotros su promesa:

29.  Y así, por mí, la libertad y el mar

30.  Responderán al corazón oscuro.

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