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Delicias
domingo, octubre 12, 2025

¿Por qué leer?

Debes leer

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Ayer me dijo un conocido no lector: “no le veo la gracia a leer, me duele la cabeza, me lloran los ojos, no entiendo del todo, me tengo que regresar algunas veces, se me olvida lo sucedido paginas antes, no hay nada que me interese, ¿Qué leo?” no entendí lo que me decía, solo le puse atención a la pregunta, hice un largo silencio, mientras pensaba, -créame desconocido lector, pensaba-, que le puede gustar a mi conocido no lector, es igual a preguntar ¿Cómo será la mujer que me debe de interesar?, o dime ¿Qué comer en un restaurante japonés que no conozco?, o peor ¿Qué ropa me pondré mañana?, no es la primera vez que alguien me hace esa pregunta incomoda, seguida de la popular frase “tú que lees tanto”, ¿Cuál es el libro de moda, o cuál es el último “hit”?, no tengo ningún dato sobre eso, a lo que me interlocutor contesta siempre, no te creo, pues es claro que si lees, debes de saber. En el mundo se editan por mes más de 180,000 títulos y en México más de 700, (según Google) no hay tiempo ni dinero que alcance, además considerando que tampoco podré leer los más importantes de la literatura universal, ya sabe usted desconocido lector, los clásicos, idea que no comprendo con exactitud.

Hasta aquí y repensando que le podía decir a mi conocido, pensé en los libros de la juventud, “Moby Dick” de Herman Melville, publicada en 1851, Robinson Crusoe, de, Daniel Defoe en 1719, “La isla del tesoro” de Robert Louis Stevenson, en 1883, le comenté, podrías empezar con estos, busca buenas traducciones, buenas editoriales, buenas ediciones, lo que inmediatamente contesto, ¿De qué tratan? Caramba desconocido lector, ahora tendría que hacerle resumen de cada uno, para provocar interés, lo hice por cortesía, tardé cerca de quince minutos en mi pueril explicación, debo de confesar que estaba muy emocionado, sin embargo no me alcanzó para convencerlo, mi ya desesperante conocido no lector, me dijo en simple “ay, no” no suena a que me puedan gustar, recomiéndame otra cosa, hice otro prolongado silencio, para demostrarle a él que estaba pensando en la recomendación, en realidad, pensaba en como salgo de esta incomoda charla, fingí con destreza de prestidigitador, un nuevo interés, y dije, hay tanto que leer, que tal si te mando en un mensaje, otros posibles temas y libros asociados a ellos, con una breve explicación por cada uno, un pequeño resumen, algunas líneas, unos veinte títulos, claro con referencias bibliográficas, librerías en línea para hacer la compra, precios, tiempo de entrega, que se yo, todo aquello que facilite la decisión tan difícil que tienes que tomar. Contestó en un tono de cansancio, solo recomiéndame uno y ya, pero que sea, bueno, que me guste mucho, ah, no costoso, no puedo gastar tanto en eso, solo es un libro. Lo mire con un poco de tristeza, estoy seguro no percibió, estaba muy atento a la pantalla del celular, mirando no se que cosas, más importantes supongo, conteste si, al terminar el día, encontrarás entre tus mensajes uno de mi parte, el titulo del tan ya mencionado libro, hasta ese momento desconocido por él y por mí. Ya me dará lo mismo para entonces, espero no recodar mandar el mensaje, estoy seguro esa recomendación no será útil para nadie, lo mismo recomendar “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust, publicado entre 1913 y 1927, siete partes que dan un total de 3,615 páginas más páginas menos, dependiendo de la editorial, que “Lucha oculta” de Corín Tellado, publicada en 1958. Mi conocido no lector no comprará ninguna de las dos recomendaciones, ni sabrá porque le mencioné esos títulos tan contrastados. Al final de mi día espero olvidar todo lo sucedido, (sé lo que esta pensando desconocido lector, no lo olvidó, ya que lo está narrando justo ahora, aquí la magia de la escritura y la lectura, puedo decir que olvide, y usted saber que no lo hice, sostenerme en ello y usted saber que es tan real como esto que escribo y lee), llegare a mi lectura de noche, “Ser humano” de Charles Foster, publicado en 2022, me recostaré en su bella narración, me hará pensar un poco más, seré feliz y no le diré a ningún conocido o desconocido no lector, que busque esta maravillosa obra, la reservare para mí, como un preciado secreto colocado en mi mesa de noche, cubierto por otros libros, para que nadie en mi pequeña habitación lo descubra.

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