Cada persona tenemos nuestra historia de vida y, aunque algunos pueden llegar a decir que lo que les pasa es aburrido o monótono, otros bien pudiéramos monetizar lo que nos sucede para que se inspiren en series de streaming, novelas que retraten el realismo mágico latinoamericano, entrevistas de algún podcast, películas o, mínimo, inspirar a algún autor para la letra de una de sus canciones.
Hace algunos días llegó a mi la historia del arquitecto mexicano Bosco Gutiérrez Cortina (lo pueden seguir en Instagram @bosco_gutierrez_cortina) y me atrapó desde el primer momento. Actualmente Bosco tiene 68 años y en 1990, cuando tenía 33 años, fue privado de su libertad al ser secuestrado y permanecer cautivo por 257 días. El decidió no hablar de su secuestro por casi 15 años por varios motivos, entre ellos por seguridad ya que el grupo que lo privó de su libertad eran unos terroristas internacionales. En 2012 se estrena la película “Espacio interior”, basada en la historia de su rapto y protagonizada por el actor mexicano Kuno Becker. Antes de este episodio en su vida, Bosco daba conferencias sobre Arquitectura; desde hace casi 10 años sus conferencias son también acerca de su experiencia de vida y las enseñanzas que esto le dejó.
No es mi intención relatar cómo fueron esos días de encierro para Bosco, ni cómo logró escapar y regresar a casa sano y salvo; lo que hoy quiero compartirles son algunas de las frases que menciona en sus entrevistas y cómo su Fe y su disciplina se vieron transformadas y fortalecidas durante los casi 9 meses de su secuestro.
Empiezo con la definición que da el Arquitecto Gutiérrez Cortina de la INTELIGENCIA: la rapidez de adaptarte a las circunstancias. Pero ¡Ah cuánto nos cuesta aceptar la realidad que estamos viviendo! Sin embargo, cuando practicamos la antifragilidad (de la que ya hablé en una participación anterior), puede resultar menos complejo llevar a cabo la adaptación de lo que estamos viviendo.
Hilando esta definición con la disciplina, ambas necesarias para alcanzar cualquier meta que nos propongamos en la vida. En uno de mis libros de lectura diaria justamente se menciona que “Tengo un poder dado por Dios: el poder sobre mi mente, mis emociones y mis reacciones. Si lo ejerzo sabiamente, los problemas exteriores se resolverán sin mi interferencia”. He de confesarles, estimados lectores, que aun cuando me considero una mujer inteligente, soy carente de disciplina en algunas ocasiones; sin embargo, cuando me lo propongo, la matriz de Eisenhower es mi mejor aliado en circunstancias desgastantes: lo urgente e importante van primero.
Cuando estoy en momentos de crisis (existencial, laboral, económica, personal, berrinches de mis hijos, etc.), tener los pies bien puestos en el presente es casi una misión imposible ya que resulta el tiempo idóneo para que mi mente empiece a coquetear con los “y si”. Cuando me doy cuente que me estoy yendo a escenarios que son poco probables de suceder y regreso al aquí y el ahora, llego incluso a reírme de mí misma y pensar “Ay Karem, ya te estás alucinando nuevamente”. Y acompaño también el centrarme en el presente con el hecho de que yo sola no puedo con todo, que necesito soltar las riendas y dejar a Dios ser Dios; confiar y ser paciente, dos palabras que me pesan y cuestan mucho llevar a la práctica.
Otro de las palabras que hizo click conmigo al estar escuchando las entrevistas con Bosco fue la GRATITUD. Ser agradecido desde que abrimos los ojos en las primeras horas del día, dar gracias por la vida, la salud, nuestro hogar, los alimentos, la familia, nuestro cuerpo, el trabajo, las personas con las que convivimos día con día. Agradecer el estar hoy vivos porque, aunque suene trillado, mañana no sabemos si volvamos a disfrutarlo; porque cada día tiene su propio afán y hoy es todo lo que tengo y vale la pena vivirlo.
El título de mi participación de esta semana lo tomé de una anécdota que cuenta Bosco que vivió con su hijo mayor cuando estaba entrenando para correr su primer maratón. Su hijo, en ese entonces un niño de 8 años, lo acompañó a correr y extrañado de la resistencia y aguante de su hijo, el papá le pregunta “Hijito, ¿qué no te has cansado?” a lo que el hijo le responde “Es que cuando me canso cierro los ojos y sigo corriendo Papá”. En esta vida cuando tienes un problema, una crisis, cierra los ojos y sigue corriendo, sigue viviendo, vas a llegar. Ocúpate, esto también pasará.






