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domingo, octubre 12, 2025

Libertad de expresión: la criminalización de un derecho

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Un gusto enorme me da reencontrarnos en este espacio, luego de varios meses que no se escribía la columna editorial en este medio de comunicación; qué mejor momento que el día de la libertad de expresión, que aunque solo sea una fecha en el calendario, está cargada con una profunda reflexión en quienes nos dedicamos a esta profesión.

La libertad de expresión se ha convertido en los últimos años no sólo como un trabajo que se ejerce desde el riesgo máximo en materia de seguridad, sino como una actividad que conlleva una enorme responsabilidad, que no todos están dispuestos a asumir; y por el contrario, descalifican, argumentan y lanzan todo tipo de comentarios detrás de un espacio en el que abusan del derecho ciudadano que todos tenemos.

En los tiempos modernos, la libertad de expresión ha sido no solo coartada por el poder en turno, sino que lacera la posibilidad natural de la crítica y área de mejora que, en muchas ocasiones desde estos espacios se señalan sobre una acción, programa o detalle ocurrido en el entorno social.

Ayer me pedían para un periódico de circulación local, una opinión breve sobre lo que para mi representaba este tema; y comparto lo que les di como mi mensaje:

 "La libertad de expresión es el derecho más criminalizado en la actualidad; resultado de una persecución que han emprendido desde el poder. Tarea de todos mantenerla vigente en cada acto, con total congruencia, independencia e imparcialidad".

Y es que, a decir verdad, en los últimos siete años, aún más marcado con el sexenio del expresidente López Obrador comenzó una desacreditación masiva de quienes ejercemos esta profesión con el mayor ímpetu y responsabilidad, sólo bajo la premisa “de mentir” cuando se ven descubiertos; la persecución contra quienes investigan algún caso en especifico; y peor aún, el odio infundado desde la tribuna más vista del país en la conferencia matutina.

Ya no sé que es peor, si todo lo descrito antes o que quien propicia todo esto, es no sólo la persona más poderosa de México, que ostenta la investidura presidencial y que, genera una serie de efecto dominó entre sus lerdos seguidores.

No sólo es desafortunado el momento, sino que representa un riesgo para quienes laboramos en esto, pues cuántos atentados se contabilizan sobre este tema en contra de compañeros. De asesinatos, ni hablamos porque México es uno de los países que desarrollar este trabajo, representa más peligro para el comunicador, reportero o periodista, que el mismo crimen organizado. A ese nivel.

Hoy no se celebra ni se felicita, se recuerda a quienes han dejado este plano terrenal para dejar su legado laboral en la opinión pública, no como el mayor logro pero sí como el testigo fiel de que su trabajo incomodó a alguien; como si el diálogo no existiera y como si dar una opinión o expresarse sobre un tema, fuera motivo de muerte.

Gracias por todo.

La información es poder y usted ya está bien informado. Aquí usted, amigo lector, tiene la última palabra.

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