Hablar del Parque Fundadores es hablar del principal pulmón verde de Delicias. Con sus más de 2 mil 400 árboles, este espacio se ha convertido en un símbolo de vida, sombra y convivencia para miles de familias. A 33 años de su creación, por iniciativa del entonces gobernador José Reyes Baeza, hoy luce mejor que nunca: áreas podadas, árboles frondosos, limpio, con su pista de atletismo de arcilla recién rehabilitada y el gimnasio al aire libre que fortalece su oferta deportiva y recreativa.
Este parque es un ejemplo tangible de lo que se puede lograr cuando se apuesta por el medio ambiente. Pero también es un recordatorio de lo mucho que aún nos falta por hacer. Porque aunque el Fundadores es un oasis, es también una excepción dentro de un municipio que día tras día enfrenta temperaturas superiores a los 40 grados centígrados y donde escasean las áreas verdes en muchos sectores.
La necesidad de más espacios arbolados no es solo un asunto estético, es un tema de salud pública, de calidad de vida y de futuro. La sombra de los árboles baja la temperatura, mejora la calidad del aire, reduce los contaminantes y, sobre todo, ofrece refugio en medio del calor extremo que caracteriza cada vez más a nuestra región. Imagínese usted una zona centro arbolada, calles comerciales sombreadas, colonias donde los niños puedan jugar bajo la protección de copas verdes. No es un sueño imposible, es una meta alcanzable si nos lo proponemos.
La responsabilidad es compartida, es cierto que las autoridades, como el área de Ecología, tienen la obligación de planear, promover y ejecutar programas de reforestación urbana; pero también es cierto que los ciudadanos podemos y debemos ser parte activa de este esfuerzo. Plantar un árbol frente a casa, en un camellón, en una banqueta, es una pequeña acción que, multiplicada por miles, puede cambiar el rostro de Delicias.
No podemos seguir dejando todo en manos del gobierno, ni esperar a que lleguen los grandes proyectos para actuar. La reforestación urbana es una causa que nos involucra a todos, porque todos sufrimos las consecuencias del calor abrasador y de la falta de sombra. El verdadero cambio comienza cuando cada ciudadano asume su responsabilidad ambiental.
A fin de cuentas, los árboles que plantemos hoy serán el legado que dejaremos a las siguientes generaciones. Nuestros hijos y nietos agradecerán vivir en una ciudad más fresca, más verde y más habitable. La historia del Parque Fundadores nos enseña que sí es posible cambiar el paisaje urbano cuando existe voluntad y trabajo en conjunto.
Es momento de extender ese ejemplo a cada rincón de Delicias. La reforestación no es un lujo, es una necesidad urgente. Y el mejor momento para empezar es ahora.
