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Delicias
domingo, octubre 12, 2025

¡Aguas, ya cayó el agua!

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Cayeron las aguas del cielo. Y vaya que fueron días bendecidos para el estado grande.

Después de meses bajo el yugo de una brutal sequía y temperaturas que rozaban los 40 grados, por fin, el cielo nos consintió. Nos regaló un respiro. Un alivio. Un mensaje claro.

Porque no es casualidad; cuando todo arde, cuando el campo clama, cuando el ganado muere de sed y nuestras presas apenas reflejan el sol, la lluvia se vuelve un milagro. Un fuerte recordatorio de lo frágiles que somos ante la naturaleza y de lo importante que es el vital líquido que muchas veces damos por sentado.

En lo personal, fueron días de reflexión. Días donde vimos que el agua no solo limpia las calles, también limpia la conciencia. Dicen por ahí que “uno aprende a amar a Dios en tierra de indios”, y vaya que se siente así cuando la lluvia cae sobre el polvo reseco del desierto chihuahuense.

Sin embargo, hay que decirlo con toda claridad: aunque en algunas zonas de nuestra región se registraron hasta 49.6 mm de lluvia, no fue suficiente. Las presas siguen lastimadas. El daño sigue hecho. Aunque la captación fue mínima y dio un pequeño aumento al nivel de estas, con eso no basta para remediar el daño, ni para borrar la historia reciente.

Y hablando de agua, este año se cumple un lustro de aquel trágico episodio en La Boquilla. Un enfrentamiento que en defensa del agua nos arrebató a Jessica Silva, víctima del uso ilegítimo de la fuerza por parte de la Guardia Nacional. La federación, en su torpeza y soberbia, no sólo no entendió el mensaje del pueblo, lo ignoró.

Y hoy, como si no hubiéramos aprendido nada, como si el dolor se olvidará con el tiempo, el gobierno federal —a través de la mayoría morenista en la Cámara de Diputados— aprobado una nueva ley para la Guardia Nacional. Una iniciativa impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum que fortalece aún más el control militar sobre funciones civiles, disfrazado de “seguridad”.

¿Qué significa esto en la práctica? Que ahora estos cuerpos podrán solicitar a empresas de telefonía y telecomunicaciones los datos de geolocalización en tiempo real de nuestros dispositivos móviles, intervenir comunicaciones privadas, vigilar nuestras actividades en internet y rastrear lo que hacemos en la red… todo bajo el pretexto de “prevenir delitos”.

Y yo le pregunto a usted, querido lector: ¿Hasta qué punto está dispuesto a sacrificar su libertad por una falsa sensación de seguridad?

¿Realmente cree que militarizar el país nos hace más seguros, o simplemente más controlados?

¿A qué le suenan estas reformas? ¿A modernización o a represión?

Lo digo con todas sus letras: esto no es propio de un país de primer mundo. Es más, me atrevería a decir que estamos ante un país de cuarta… literalmente.Como cada viernes yo lo invito a mirar más allá del discurso. De ver bajo la lupa. De no permitir que el poder, vestido de uniforme, nos robe lo más valioso, nuestra libertad, nuestra privacidad y sí, también nuestra agua. Hasta la próxima semana.

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