Ahora no fue en Palacio de Gobierno ni con Berthita a su lado, y mucho menos con Juan Gabriel cantándole en vivo —por obvias razones—, pero el exgobernador César Duarte volvió a ser tema estatal este fin de semana… y no por una orden judicial, sino por unos pasos de baile que se hicieron virales en redes sociales. ¿El motivo? Una reunión en un bar en el que Duarte, sonriente y despreocupado, se dejó ver más ligero que nunca.
Los videos corrieron como pólvora en WhatsApp y Facebook, no faltaron los que lo defendiero con diversas frases, ni los que se indignaron por verlo tan campante. Pero más allá de la polémica, una cosa quedó clara: Duarte no se esconde, al contrario se exhibe. Y no en tono de disculpa, sino como quien se sabe en el radar político otra vez.
Lo más interesante no fue el baile, sino el séquito digital que resurgió con él. “Amigos” que en su encierro no daban ni los buenos días ahora aparecen comentando, compartiendo, etiquetando, como si nunca se hubieran ido.
Si algo aprendió tras las rejas, fue a medir los tiempos y este regreso a redes, acompañado de pasos y risas, no es casualidad, es un mensaje. No lo subestime: el exgobernador no solo baila por gusto, baila porque está calentando motores. Porque en el PRI, aunque muchos no lo digan en voz alta, saben que su peso político no se ha ido del todo y es que tal vez no lo veamos en una boleta, pero su mano se va a notar en listas, en candidaturas, en negociaciones.
Así que prepárese, porque si Duarte sigue el ritmo, no lo dude: lo veremos más seguido, no solo en fiestas, sino en pasillos políticos, en reuniones clave, y tal vez —solo tal vez— en las decisiones que marquen el rumbo del tricolor en Chihuahua. Y mientras tanto… ¡que siga la música!
