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domingo, octubre 12, 2025

La Patria es primero

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En esta mañana mientras tomo mi café, me reencuentro una vez más con la historia de México. Esa historia que parece que quedó en el pasado pero que está presente a veces sutilmente, a veces de formas muy evidentes en nuestra cotidianeidad. Son esos hombres y mujeres que, con las decisiones que tomaron en su momento, nos han afectado de manera intermitente hasta la actualidad. Ahora traigo a la memoria de todos ustedes, queridos lectores, al segundo presidente de México, Vicente Ramón Guerrero Saldaña, cuya frase emblemática “la patria es primero”, su ascendencia afroamericana y su lucha independentista, lo sitúan entre uno de los hombres más admirados de la historia insurgente de nuestro país. Nació un 4 de abril de 1782 en Tixtla, ubicado en el centro del país, que posteriormente y en su honor, se nombró como Tixtla de Guerrero. Sus primeros 28 años de vida se dedicó, como su padre y hermanos, a ser arriero. En aquel entonces esta actividad permitía el intercambio comercial entre comunidades, antes de la creación del ferrocarril, lo cual convertía a su actividad en primordial para el desarrollo económico. Sin saberlo, este joven estaba construyendo un bagaje de conocimientos y alianzas que, posteriormente, le serían de gran ayuda en su lucha insurgente. Un dato curioso es que no alcanzó a conocer a Miguel Hidalgo y Costilla, se unió a la guerra independentista por conducto de José María Morelos y Pavón. En su paso como soldado en la guerra de independencia destacó por sus habilidades de liderazgo, visión y estrategia como jefe de guerrillas y su perseverancia era digna de admiración. En 11 años peleó en 478 batallas, escaramuzas y refriegas, unas ganándolas y otras perdiéndolas, pero nunca abandonó la lucha hasta lograr su objetivo: la independencia de México. Es en una de estas batallas perdidas donde se produce el supuesto hechohistórico, en el cual pronuncia su frase emblemática. Resulta que, al perder dicha batalla, el virrey de España intentó darle un indulto para evitar ser procesado por las leyes españolas, y el conducto para llevar este mensaje fue el mismísimopadre de Vicente Guerrero, el arriero Juan Pedro Guerrero. Se dice que el general insurgente, delante de sus soldados le dijo, palabras más, palabras menos: mirad a este hombre, es mi padre, a quien siempre he respetado, pero en esta ocasión, le diré que el amor por mi patria es primero. Para Vicente Guerrero aceptar ese indulto significaba admitir que era un delincuente y no el militar dedicado a la independencia y consagración de su país. Es importante entender que en esos tiempos de profundos cambios, España intentó reconquistar el territorio novohispano de todas las maneras posiblesporque claro, lo que estaba en juego era demasiado. Hay muchas evidencias de esto y es lógico pensar que el miedo, como una emoción que mueve al ser humano, jugó un papel fundamental, en conjunto con estrategias y visiones para quitarse de encima de una vez y para siempre el yugo español.

Lo que destaca en la historia de Guerrero es que nunca claudicó en su lucha, sus ideales y su esperanza de construir un país libre y soberano. Tras la muerte de Morelos, el movimiento independentista se debilitó y surgieron nuevos líderes, buscando otros caminos para obtener la tan deseada independencia. Para nosotros, entender esto tal vez sea complicado porque ya la tenemos, pero en aquellos tiempos era crucial obtenerla y gracias a estos hombres, hoy tenemos un país libre y soberano. Aquí es cuando nuestro caudillo  se une a Agustín de Iturbide, quien era del bando conservador y de los realistas (defensa del virreinato) pero aquí podemos observar de nuevo el temple de Guerrero que alcanzó a vislumbrar la necesidad de unir fuerzas, de esta alianza surge el pacto simbolizado con el Abrazo de Acatempan que se dieron ambos y que fue cristalizado en el Plan de Iguala que se promulgó el 24 de febrero de 1821, cuyos principales ejes eran: uno, la religión católica como la única aceptada y protegida por el estado, dos, la independencia de México de España, estableciéndose una monarquía constitucional como forma de gobierno y tres, la unión de todos los habitantes de México, sin distinción de origen, para la construcción de una nación unida. Aquí quiero detenerme un poco, y reflexionar sobre estas decisiones, que a menudo solamente leemos, pero no les damos el peso real que tuvieron. Estos hombres no tenían un antecedente en el cual basarse, no sabían a ciencia cierta las repercusiones de sus decisiones, pero hacían lo que creían consecuente para la nación, que, dicho sea de paso, no era ni la cuarta parte de lo que conocemos ahora. Siguió un período de pacificación de gran parte del país por parte de Vicente, mientras que Iturbide tuvo a su cargo la difícil tarea de convencer a todos los bandos de unirse en un solo frente.

Y entonces llegamos hasta el momento histórico en el que Don Juan O´Donojú firmó los tratados de Córdoba, documento que reconocía la independencia de México. O´Donojú era el Capitán General de la Nueva España, cargo equivalente al de virrey, quien al llegar a México se encontró con que la independencia ya era un hecho consumado, cabe resaltar que dicho tratado en un inicio no fue aceptado por España, pero era algo ya inevitable y así, nos situamos caminando al lado del imponente Ejército Trigarante conformado por 16,000 soldados en su entrada triunfal en la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821, al frente iba Agustín de Iturbide como principal líder del movimiento pero en la retaguardia iban los insurgentes como Vicente Guerrero y Nicolás Bravo, en quienes descansaba gran parte de ese triunfo. Ese día los historiadores de la época lo describen como “el día más feliz de México”, una fiesta magnífica, con comida, bebidas, baile, música y un ánimo exaltado por la victoria y la recién adquirida libertad. Nosunimos a la algarabía que se vivió en ese momento, once largos años de lucha quedaban atrás, hambre, dolor, muerte, incertidumbre, decisiones difíciles, desafíos, dejando a la familia y el hogar, sufriendo penurias y azarosas aventuras,pero ahora celebrando este gran triunfo, viendo hacia el futuro que se veía como prometedor, habitando un país nuevo lleno de esperanza.

Mientras tanto, la vida siguió su curso. De 1821 a 1828, nuestro caudillo se mantuvo en la órbita política, ahora defendiendo a Guadalupe Victoria, primer presidente de México, ahora pronunciándose a favor de una república federal y en contra de la república centralista. Guerrero era un líder popular, su ascendencia afroamericana propiciaba una identificación con la clase popular y así vemos a nuestro personaje enfrentándose contra Gómez Pedraza para contender por la presidencia de la república, perdiendo con 9 votos vs los 11 que obtuvo Gómez Pedraza, lo que ocasionó que la gente se manifestara en contra, logrando que Vicente obtuviera el cargo de presidente de México, el segundo de este nuevo país. Su mandato fue de tan solo nueve meses, pero una de los hechos más relevantes de su gestión fue la abolición de la esclavitud en territorio mexicano, aunque ciertamente en ese tiempo ya no había esclavitud como tal, era un claro mensaje que protegía la libertad de todas y todos los mexicanos, y su ejemplo se replicó en toda América Latina donde sí seguía existiendo la esclavitud. Sin embargo, Vicente Guerrero tuvo muchos detractores que lo denigraban y lo consideraban inferior, tan es así que el Congreso Mexicano terminó por declararlo como imposibilitado para gobernar, entre otras cosas, se decía que no tenía la instrucción académica necesaria, que era afrodescendiente y que era un salvaje que no llevaría a buen puerto al país, a pesar de haber demostrado con hechos todo lo contario. Fue un comerciante genovés, Francisco Caluga, amigo y socio de Guerrero, quien lo entregó a las autoridades. Se reunieron para desayunar y tratar algunos negocios cuando fue sorpresiva e ilegalmente apresado. Una traición que es importante mencionar porque marcó su fatal destino, ya que tuvo un juicio sumario plagado de irregularidades, montado de tal forma para que el presidente elegido legalmente, terminara derrocado y muerto. Fue fusilado el 14 de febrero de 1831. Él mismo se vendó los ojos y recibió un balazo en un ojo, otro le destrozó la mandíbula y otros más le quebraron algunas costillas. Hago este atroz recuento de sus heridas porque es sumamente vergonzoso el final de este hombre que, pudo haberse equivocado en algunas cosas, pero nunca dejó de defender sus ideales por lo que él creía que era el bien para México y terminó dando su vida a cambio de ello. Un hombre que nos deja como enseñanza algo que estamos olvidando, inmersos en guerras políticas sin sentido, LA PATRIA ES PRIMERO. Ojalá las y los políticos actuales, en quienes está en sus manos el gobierno de nuestro país dejaran de lado sus intereses personales, partidistas y se enfocaran en esta premisa, solo así creo que otro gallo nos cantaría. Estoy terminando mi café, entre suspiros llenos de melancolía, despidiéndome de Don Vicente Guerrero muy a mí pesar, pero como siempre digo, no es un adiós, ¡es un hasta siempre! Porque lo que hizo por México, sigue estando presente en nuestros días, el pasado está aquí abrazando al presente y empujando al futuro, unidos por siempre y para siempre-jamás.

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