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domingo, octubre 12, 2025

Manuela Medina “La Capitana”

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Esta mañana del mes de agosto de 2025 me acompaña a tomar mi café una mujer de mucho temple, nacida en el lejano año de 1780 en Taxco, Guerrero. Sin embargo, su presencia es tan fuerte y está tan inmersa en nuestra realidad como si todavía siguiera caminando entre nosotros, en su patria ya libre y soberana por la que luchó y murió. Ella es Manuela Medina “La Capitana” y fue una luchadora insurgente cuyo nombre es poco reconocido en los libros de historia oficiales ya que, desgraciadamente, de la participación femenina poco se hablaba y muchos menos se documentaba. Sin embargo, sus acciones fueron decisivas para la independencia de México.

Se sabe que era una mujer indígena que nació en una familia de escasos recursos y que además quedó huérfana de madre a muy temprana edad. En algunos registros se menciona que fue empleada doméstica y en otros que trabajó desde muy joven en las minas al lado de su padre, en cualquiera de ambos casos, su situación precaria la puso en contacto directo con la opresión y las injusticias que vivía su pueblo y así fue como su anhelo por la justicia social empezó a gestarse en su conciencia.

En la América Mexicana (como se le nombraba en ese entonces a nuestro país) ya se estaba incubando el movimiento independentista y con el grito de Dolores por parte del cura Miguel Hidalgo y Costilla los insurgentes se levantaron en armas.

Es entonces cuando nuestra heroína de hoy, decidió salir a buscar a José María Morelos y Pavón para unirse a la causa y para ello tuvo que cabalgar nada menos que 500 kilómetros para llegar hasta donde estaba el general. Los registros de la época la describen así: una mujer alta, robusta, de largas trenzas negras y ojos color aceituna, muy entusiasta y de carácter aguerrido. Su arribo a las tropas de Morelos quedó registrado gracias a Juan Nepomuceno, secretario de Morelos, quien escribió lo siguiente: “Día 9 de abril (miércoles). Hoy no se ha hecho fuego ninguno. Llegó este día a nuestro campo Doña Manuela Medina, india natural de Taxco, mujer extraordinaria a quien la Junta de Zitácuaro (…) dio el título de Capitana, por haber hecho varios servicios a la nación. Ha levantado una campaña y se le ha hallado en siete acciones de guerra”.

Otro momento que quedó registrado en la historia fue cuando finalmente conoció a Morelos y según dicen que dijo, palabras más, palabras menos: “ahora moriré contenta, aunque me despedace una granada”

Tengamos en cuenta que en aquellos tiempos era impensable la participación de las mujeres en la vida pública y política del país, mucho menos en la guerra y peor aún, comandando un batallón, no obstante, esta mujer fue nombrada Capitana por la Suprema Junta de Zitácuaro. Justo después de su nombramiento libró una gran batalla junto a José María Morelos y Pavón, al defender el puerto de Acapulco, tan solo cuatro días después, el 13 de abril de 1803.

Se tiene registrado que del batallón que comandaba, era la primera en entrar a la batalla y se decía de ella que nunca conoció el miedo, tal era su temperamento y su deseo ferviente de liberar a su patria y darle un mejor futuro a su pueblo. Su batallón estaba conformado por más de sesenta hombres que estuvieron dispuestos a recibir órdenes de una mujer cuando era inaudito que esto sucediera, lo que nos dice mucho más allá de lo poco que quedó registrado de su trayectoria militar, es decir, que era una mujer valiente que ponía el ejemplo, inteligente y estratega, visionaria y con don de mando. Participó en siete batallas y siguió en pie de lucha después del fusilamiento de Morelos en 1815, uniéndose a Vicente Guerrero. También se sabe que no aceptó el indulto del virrey Juan Ruiz de Apodaca dejando clara su postura de repudio al gobierno español. 

Desgraciadamente, en su última batalla fue herida con una lanza, provocándole dos heridas de gravedad que la postraron durante el último año y medio de su vida y que finalmente le arrebataron la vida. Murió en medio de la pobreza a la temprana edad de 42 años, sin el reconocimiento de sus hazañas, pero alcanzó a ver cristalizados sus sueños al ver triunfar la lucha por la independencia de México y quizás esa haya sido su recompensa por todo lo que hizo por su amada patria.

La despedimos en esta mañana de agosto, tan lejana y cercana a su vida, con estas palabras que se le atribuyen al mismísimo José María Morelos y Pavón al referirse a esta gran mujer, pilar de nuestra historia: “esta mujer lleva el fuego sagrado que inspira el amor a la patria, ojalá la décima parte de los americanos tuvieran los mismos sentimientos”.

Es triste no conocer más detalles de la vida de una mujer que tuvo fuertes ideales por los que peleó hasta el final, quizás pudiéramos aprender más de esta insurgente que teniendo todo en contra no dudó en defender lo que creía correcto, sin embargo, nos deja una lección inolvidable que trasciende el tiempo: las luchas por la justicia social se conquistan con sacrificio y la fuerza de una sola persona puede inspirar a generaciones enteras. Ella encarna la voz de quienes, aun siendo invisibilizados, levantan la frente y se convierten en protagonistas de la historia.

Hasta siempre, Manuela Medina, gracias por darnos patria, por sacrificarte para que nosotros tuviéramos la libertad que tanto anhelaste y por la que no dudaste en dar tu vida. No es un adiós, sino un ¡hasta siempre! Porque hoy más que nunca, al conocer tu historia, entiendo que el pasado siempre estará ligado al presente y tendrá repercusiones en el futuro por siempre-jamás.

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