Año con año los Gobiernos están obligados por ley a rendir un informe a la ciudadanía, es decir un balance que le permita a las y los ciudadanos conocer las decisiones que un gobierno toma, rendirle cuentas a quienes gobierna, en pocas palabras.
Esto es de suma importancia ya que le permite a la población saber de primera mano en qué se han invertido sus impuestos.
Sin embargo, hace años esto dejó de ser un compromiso moral y ético, para convertirse en una pasarela de un evento faraónico en muchos casos, que en poco o en nada le beneficia al ciudadano de a pie.
La rendición de cuentas y transparencia pasa a segundo término y los equipos se ocupan más por llenar un recinto que por informarle a la ciudadanía acciones concretas.
Y más allá de dar a conocer el dato duro, la prioridad debería ser informar en qué benefician las obras o programa sociales que se echaron a andar, es decir; de nada sirve hablar de programas, apoyos, si no se indica de manera clara en qué impactan los mismos a la ciudadanía.
Los Gobiernos recientes y por ejemplos de la Cuarta Transformación, han echado a andar programas sociales exitosos, entrega de despensas, de aparatos ortopédicos, de alimento específico, de transporte, es más últimamente ¡hasta de agua! Pero, ¿Qué tal si en lugar de hablar de cantidad hablamos de un caso real?
Es decir, lejos de informarle a la ciudadanía qué se entregó, dejamos que sean los beneficiarios quienes hablen por si mismos y nos digan cómo ese apoyo cambió su vida y su entorno.
En tiempos del ex Gobernador de Chihuahua César Duarte, personas al final de su administración preguntaban: ¿Qué había hecho? Y se les respondió que desde la plaza en donde estaban parados es algo que se había transformado por el ex mandatario.
Las y los ciudadanos deben tener identidad en las obras y logros, conocerlas y que sean ellos los propios voceros.
Aquí es en donde la comunicación juega un papel fundamental en la proyección de logros, siempre lo he dicho y reitero:
Puedes ser un muy buen Gobierno, pero si tú comunicación es mala eres mal Gobierno, o ser un Gobierno malo, con una comunicación excelente, lo que se traduce en un buen Gobierno.
Ojalá las autoridades en turno logren informarle a la ciudadanía con transparencia y responsabilidad en qué se han invertido sus impuestos, que logren hacer click con sus gobernantes pensantes y críticos, ellos quienes no acudirán al evento protocolario ni faraónico, pero son quienes tienen una opinión dura sobre el ejercicio del poder.
Sobre la creatividad y comunicación efectiva hablaremos en otra edición.
