Nos encontramos a sólo ocho semanas de terminar este 2025 que, al menos a mi percepción, se fue como un parpadeo. Sin afán de provocar alguna crisis existencial en ustedes mis queridos lectores, les comparto que dediqué algo de mi tiempo en esta semana a la reflexión y el análisis de lo que proyecté a inicios de año en mi vision board/tablero de objetivos o metas (el primero que he realizado).
Me siento muy bendecida por haber alcanzado varios de las visualizaciones que establecí, y al meditar al respecto me doy cuenta que sola no lo pude haber hecho. Nuevamente, quizás estoy hablando desde mi privilegio, que tal vez me están leyendo personas que no sólo se sienten solas emocionalmente, sino que en el sentido literal de la palabra también se encuentran solas físicamente. Sin embargo, también desde mi experiencia les puedo compartir que aun cuando la familia “de sangre” no esté geográficamente cerca de nosotros, es muy reconfortante ir sumando en el camino personas que nos tienden la mano y que se vuelven parte de nuestra familia, aunque como dijeran “Los Tigres del Norte” en una de mis canciones favoritas: ni parientes somos.
Las manos que nos brindan su ayuda siempre van a estar en los costados del camino, si visualizamos esto como una carrera, solo es cuestión que queramos aceptarla. Y aquí les comparto algo muy personal con lo que he estado trabajando este año. Una querida amiga me regaló en mi cumpleaños el libro “Doña Huevotes” escrito por Anamar Orihuela y desde la primera página fue como haberme puesto ante un aparador con espejo. Me costó “un poquito” aceptar que me cuesta pedir ayuda. Mi historia de vida me ha llevado a tener la etiqueta de Doña Huevotes y ha sido un proceso un tanto complicado el ir cambiando ciertas cosas que no me gustaban; todo con la finalidad de estar viviendo en serenidad y tranquilidad.
Mantener focalizados los objetivos que pretendía lograr en este año, me ha permitido retomar el rumbo y camino de mi vida sobre todo en esos momentos en que la impaciencia, la frustración, la decepción y el hartazgo se han llegado apoderar de mis pensamientos, llegando también a tener efectos en mi estado de ánimo por lo que mi energía se disminuye. Incluso en lo laboral, este vision board reafirmó mi idea de seguir trabajando poniendo siempre el bien común por delante y como consecuencia de ello, se va fortaleciendo mi objetivo de vida: seguir poniendo mis dones y talentos al servicio de los demás.
Soy consciente que no lograré algunos de los objetivos que me planteé en enero, pero el detenerme a reflexionar sobre ellos me hizo darme cuenta qué me faltó por hacer y cómo puedo hacerlo mejor el próximo año. Nuevamente confirmo cuán importante es tener los pies bien puestos en la realidad que estamos viviendo para así, determinar qué fue lo que sucedió para que no se llegara a la meta en esta ocasión. Y tú, ¿cómo vas con los objetivos que te planteaste para este 2025? Me encantaría que pudiéramos tener una charla al respecto.






