El 19 de noviembre es la fecha reconocida internacionalmente, promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) desde 1999 para abordar temas de salud masculina, equidad de género y destacar modelos positivos a seguir. El propósito del Día Internacional del Hombre va más allá de un simple festejo y busca: Promover modelos masculinos positivos en la sociedad, visibilizar y abordar temas de salud mental y física de los hombres, fomentar la igualdad de género y mejorar las relaciones entre géneros, reconocer las contribuciones positivas de los hombres a la comunidad, la familia y la sociedad. La conmemoración de este día es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia del bienestar integral de los hombres y su papel en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.
Aunque se ha avanzado mucho en las conversaciones sobre salud mental, hay un aspecto crucial que sigue sin abordarse adecuadamente: el bienestar mental de los hombres. La narrativa social predominante sobre la masculinidad a menudo impide que los hombres reconozcan y afronten sus dificultades emocionales. El énfasis en rasgos como la fuerza, la resiliencia emocional y el estoicismo, que frecuentemente se asocian con la masculinidad, pueden disuadir a los hombres de buscar ayuda, lo que tiene consecuencias adversas para su salud mental.
Realizando una búsqueda de fuentes confiables que tengan estadísticas comprobables acerca de la salud mental de los varones me encontré con una sombría realidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la depresión es la principal causa de discapacidad en todo el mundo. Afecta tanto a hombres como a mujeres, pero los hombres son especialmente reacios a buscar ayuda para problemas de salud mental. Los hombres tienen 3,56 veces más probabilidades de morir por suicidio que las mujeres en Estados Unidos, según la American Foundation for Suicide Prevention. Esta cifra escandalosa pone de manifiesto la necesidad de actuar de inmediato.
Aun en esta época algunos hombres son reacios a pedir ayuda porque se les dice que es un signo de debilidad, y la debilidad no es algo que un hombre deba mostrar nunca, lo que se ve reforzado por las normas sociales. La carencia de estadísticas agrava el estigma, sugiriendo que los hombres optan por ocultar sus sentimientos o síntomas para proyectar fortaleza ante la presión social. Además, otros tantos buenos hombres suelen utilizar estrategias de respuesta poco saludables, como el abuso de sustancias como el alcohol, la mariguana u otros estupefacientes, para hacer frente a problemas de salud mental/emocional. Esto agrava su condición y pone más obstáculos para obtener ayuda profesional.
Con frecuencia se espera de los hombres que proporcionen estabilidad económica a sus familias como sustentadores principales. Su salud mental puede verse gravemente afectada por esta responsabilidad, especialmente en tiempos de incertidumbre económica. Una de las mayores fuentes de estrés para los hombres es el dinero, que puede provocar ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental, aunado al hecho que pareciera que vivimos una eterna carrera por el poder y el reconocimiento entre hombres y mujeres.
A través de esta columna de opinión el día de hoy quiero honrar y bendecir a los HOMBRES DE MI VIDA: mis abuelos, mi padre, mi hermano, mi hijo, mis sobrinos, mis tíos, mis primos, mis amigos, al padre de mis hijos, a mis compañeros de trabajo y también a los varones con quienes he tenido vínculos especiales y que forman parte de mi historia. Deseo que ustedes mismos reconozcan la importancia y valía que tienen y con la complementan la existencia de muchas personas. ¡Gracias por tanto!
