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domingo, diciembre 7, 2025

La Integridad en Tiempos de Sombra

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Ser íntegro en un país donde la corrupción parece estar en cada esquina no es un acto sencillo… es un acto VALIENTE. Porque la integridad no se prueba en los discursos, sino en lo cotidiano: en la decisión de no “dar mordida”, en negarte a aprovechar el contacto que “te puede hacer el favor”, en cumplir las reglas, aunque nadie te esté viendo.

Y lo complicado es que la corrupción no solo vive en los grandes titulares; también se asoma en las pequeñas tentaciones, en las situaciones, en los “no pasa nada”, en el “todos lo hacen”. Por eso ser íntegro se siente, muchas veces, como ir contracorriente. Como avanzar con una vela encendida en medio del viento.

Pero la integridad tiene algo que la corrupción jamás tendrá: fuerza moral. Y eso, aunque no se vea a simple vista, aunque no se aplauda, aunque no dé likes, transforma.

Ser íntegro es elegir el camino largo sabiendo que es el correcto. Es educar con el ejemplo. Es formar a las nuevas generaciones para que entiendan que la honestidad no es un valor decorativo, sino un fundamento. Es mirar a los demás a los ojos sin vergüenza. Es dormir en paz.

Sí, es difícil ser íntegro. Es cansado. A veces es solitario. Pero también es profundamente liberador. Porque cuando renunciamos a la corrupción, creamos algo más grande que un acto: creamos cultura. Creemos confianza. Creemos comunidad. Creemos futuro.

La corrupción no se combate solo con leyes; se combate con decisiones. Con las pequeñas valientes decisiones que tomamos cada día. Y ahí está nuestro verdadero poder.

Creer es crear. Y si creemos en un México más justo, tenemos que empezar por crearlo desde lo más cercano: nosotros mismos.

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